sábado, 14 de mayo de 2011

Viviendo de ilusiones



El gobierno venezolano es un caso, en la ciencia política, aparentemente extraño. Tiene los males de los populismos caudillistas del siglo XIX,  con rasgos de una democracia “posmoderna” de fines del siglo XX  y con la fuerza que le da la hiperpresencia mediática, tan característica  del siglo XXI. No es un tema  sencillo, saber a ciencia cierta:  ¿qué es? Dejemos esa tarea a los politólogos.

Lo que si no hay dudas es que el presidente venezolano es un caudillo,  más que político, mesiánico,  cuasi religioso,  para amplias capas sociales del país. Dos figuras de su basta legión de seguidores son suficientes para mostrar cómo incide  en dicho sectores sociales.  La primera  fue sin duda Lina Ron, lamentablemente fallecida. La violencia contra los opositores o contrarios al proceso y el amor con que asumía su relación con el Presidente y la Revolución Bolivarista fueron emblemáticos.