sábado, 24 de octubre de 2015

El invierno catalán: Crónica sobre los becarios de la ULA en el exterior

 A Salvador Pescastre

Vista de Barcelona desde la Sagrada Familia 
Por: José Alexander Bustamante Molina

La experiencia como becario venezolano en el exterior en los últimos tiempos, está marcada por la incertidumbre. Es cuestión de un correo electrónico del Centro Nacional de Comercio Exterior (CENCOEX) y las expectativas comienzan a transformarse en preocupaciones y frustraciones.

El foco de atención que es estudiar e investigar, se desvía al de la sobrevivencia, al qué hacer. Bueno es recordar que las becas de formación de profesores de las universidades públicas venezolanas y  de la Universidad de los Andes (ULA) datan de hace varias décadas (y comienzos del siglo XIX en Venezuela). En el caso de la ULA están sujetas a un largo cronograma, que pasa desde la aprobación de las áreas prioritarias de cada Departamento, luego a la Dirección de Escuela, Consejo de Facultad, Dirección de Asuntos Profesorales (DAP), hasta el Consejo Universitario (CU). En algunos casos, es un tiempo de espera hasta de cuatro años, ya que la cuota de becarios ahora es solo del 10% de los miembros de cada unidad departamental, que en otro tiempo fue hasta del 30%. Ya allí tenemos un indicador.

La madrugada del 23 de octubre de 2014, apenas con dos semanas de haber llegado a Barcelona, recibí la negación de divisas por parte de CENCOEX. Son esos instantes de vida, cuando los planes cambian de una forma tan radical que es imposible no dejar correr alguna lágrima. El anhelo de la formación en el exterior, con la idea de volver a dar lo mejor desde la academia, se convierte en un mar de dudas.