miércoles, 16 de marzo de 2016

Facultad de Arte de la ULA: X Aniversario

Foto Ramón Pico
Los estudios en ciencias y arte son fundamentales para definir lo que es una universidad en la actualidad.

Por supuesto, también si su actividad de formación de profesionales se sustenta en la  investigación original y sus aportes al conocimiento universal se reconocen como parte fundamental de la actividad académica de sus profesores.

Esto último comenzó a ser una preocupación de la Universidad de Los Andes (Venezuela) a mediados del siglo XX, no obstante que su existencia comenzó en 1810, con la ruptura del vínculo colonial de esta sociedad con España (pero esa es otra historia).

Los estudios científicos (en ciencias físico naturales) en la ULA se iniciaron en la década de los 60 del siglo pasado con la fundación, primero del Centro de Ciencias que luego devino en la actual Facultad de Ciencias.  Por esa misma época también se fundó el Centro Experimental de Arte, luego se le conoció como el CUDA, que lamentablemente  tardó muchas más décadas, para convertirse en facultad.

El pasado 28 de noviembre de 2015  se cumplieron diez años de haberse fundado la Facultad de Arte de la ULA. Desde ese momento me habían pedido que escribiera algunas anécdotas sobre el particular. Ofrezco mis disculpa a las amigas que habían hecho la petición. Pero, ¡más vale tarde que nunca!.

Durante buena parte del 2005 los profesores del CUDA hicieron lobby ante los miembros del Consejo Universitario (CU) para lograr los votos suficiente para la aprobación de la Facultad de Arte. No era una tarea fácil. El CUDA estaba asignado a la Facultad de Arquitectura y Arte y se luchaba para que permaneciera allí, en calidad de hija adoptiva, diríamos nosotros.  De hecho, cuando el CUDA pasó a la facultad de Arquitectura, la de Humanidades y Educación, rechazó que se incorporara allí. Son los juegos propios del poder universitario. “Te quiero conmigo, pero en minusvalía”.  Pero,  su estadía en Arquitectura sirvió para crecer y tomar conciencia de la necesidad de convertirse en facultad autónoma.
 
En noviembre de 2005 estábamos encargado del rectorado de la ULA, pues su rector titular, Léster Rodríguez Herrera, junto al resto del equipo rectoral, se encontraban en una misión institucional en Buenos Aires.  La noche anterior al Consejo Universitario, que trataría la fundación de la Facultad de Arte, le llamé por teléfono para conocer su criterio.  Debo dejar para la historia que me dijo: “Toma la decisión que te parezca más adecuada”. 

La reunión del CU, ese 28 de noviembre de 2005,  comenzó temprano y buena parte de los profesores de las escuela de arte, quienes deseaban la aprobación de la facultad, abordaban a los consejeros para lograr su compromiso.  Ahora no recuerdo si una comisión de ellos estuvo invitado a las deliberaciones.  Total, la discusión fue larga y se dieron argumentos a favor y en contra: “sus profesores son mayoritariamente  auxiliares docentes”; “no hay nadie de escalafón superior para ser el decano”; “no existen instalaciones adecuadas”; “no hay presupuesto”; es necesarios hacer más estudios”, y un largo etcétera.  De entre quienes apoyaban la creación: “las artes son un campo fundamental para completar la universidad”;  “ya hay muchos años de experiencia”; “se necesita darle autonomía a los estudios de arte, para que crezcan y se desarrollen nuevas áreas” y otro largo etcétera.  Los bandos estaban parejos y había  el temor de que se pospusiera la decisión y se alargara en el tiempo, como ya había ocurrido desde hace décadas.

Los profesores de la escuela de Música, eran quienes menos estaban ganados para la creación de la Facultad. Ellos quería permanecer en Arquitectura.  Total, que la decisión se tomó cuando se indicó que Música seguiría en Arquitectura. Me tocó insistir que debía ser temporal que Música continuara en Arquitectura, agregué  he hice que se aprobara, que sólo por un año se mantuviera la separación, hasta luego de evaluar el primer tiempo de funcionamiento de la nueva facultad. Esa parte de la discusión hizo que se sumaran  otros consejeros y que se lograran los votos suficientes para aprobar la fundación de la Facultad de Arte de la ULA. Así comenzó la Facultad de Arte, sin la escuela de Música. Un año después, hice que se cumpliera la decisión aprobada por el Consejo Universitario y la Escuela de Música se incorporó a la Facultad de Arte. Eso lo narraremos en otra oportunidad. 

La Facultad de Arte ha completado las áreas de formación e investigación de la Universidad de Los Andes. Además, ha aportado innovación, creatividad y una gran alegría por el trabajo académico, disminuido –por la rutina del resto de la institución- en los últimos tiempos.  Sería bueno que el gobierno nacional entendiera este esfuerzo y aprobara los recursos para construir su edificio con los requisitos para su óptimo funcionamiento y el crecimientos de las nuevas opciones de estudio, que incluso están aprobadas.  Felicitaciones a todos  en la primera década de funcionamiento –en especial a sus estudiantes, tan llenos de disposición para el trabajo- y muchos éxitos para el futuro. 


    

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